lunes, 29 de octubre de 2012

DEL SUELO URBANO EN MADRID Y SU REGULACIÓN NORMATIVA


Los planos que se aportan atestiguan que el Preavance conoce los pormenores detallados de la anatomía de Madrileña. Sin embargo, llama la atención que ese conocimiento no se refleje más en los  apuntes sobre Normativa y, más en especial, en la regulación de usos.
La realidad urbana madrileña no es ni con mucho un continuo homogéneo. Fuera de las rondas (y en alguna medida también dentro, como después se comentará) es una ciudad de fragmentos, una ‘ciudad arenisca’ en la que es fácil identificar elementos de distinta envergadura, de grano mayor o mediano, no siempre yuxtapuestos, de imagen reconocible, cuyos intersticios están ocupados por una amalgama desigual de edificaciones de menor tamaño organizadas de forma también desigual en función de su coyuntura.
Casi sin excepción, los elementos mayores son el resultado de proyectos u ordenaciones unitarias, cuyo foco y su interés rara vez fue más allá de sus propios límites. No es cosa nueva. Las Colonias, los Poblados, los nuevos Barrios con nombre propio, los ámbitos hoy urbanos que antaño fueron polígonos o sectores con su propio planeamiento… todos ellos son resultado de un modo de crecimiento y formación por incrementos, donde la heterogeneidad y el ensimismamiento fueron la regla. Fragmentos que crecieron más con voluntad de auto afirmación que de continuidad reciproca. Como resultado, el tejido conjuntivo y las continuidades viarias fueron trenzándose azarosamente, inventando o diseñando en cada caso la solución que parecía más viable, fácil o conveniente.
Ese conglomerado de partes encontró su trabazón, casi exclusiva, en el viario de mayor escala y en las grandes infraestructuras (metro) de transporte colectivo, En el origen de las distintas actuaciones, el trazado y características del viario mayor (y en ocasiones menor) y del transporte púbico fueron poco más que datos de referencia:  ‘líneas de vida’ de las que colgar cada actuación para asegurar un mínimo indispensable acceso y conexión. Más adelante los elementos viarios y de transporte se superpusieron (como pudieron) en una red de elementos especializados, celosa de cumplir con eficacia su función de movilidad pero, casi sin excepciones, ajena a cualquier tipo de diálogo urbano.
No es ese el lugar donde ahondar en la descripción de esa doble realidad -núcleos zonales y redes-ni de comentar el por qué; basta con llamar la atención sobre el hecho de que ese tipo de realidad es norma y no excepción: fuera de las rondas, ser singular es lo normal.
En ese contexto, el repertorio de disposiciones convencionales de las normas zonales pinta poco. La realidad es como es y pesa más de lo que después hayan dicho las ordenanzas. No es casualidad que los sucesivos Planes, y en particular el PGOU97, se viesen obligados a sustraer de las norma zonales un sinfín (y aun así escaso) conjunto de situaciones remitidas, diferenciadas, especiales… a regular desde el Plan, en paralelo al Plan, o más adelante.
No estamos diciendo nada que no se sepa; y sin embargo…, lo que se apunta en el texto sobre Normas Urbanísticas (y algunos otros puntos del Preavance) parece estar dominado por lo que podríamos denominar el síndrome del ensanche: un modo de entender la realidad desde lo que fue el patrón interior de Madrid desde mediados del XIX a mediados del XX. Tejido continuo, predecible, geométrico, pausado, formado edificio a edificio, compartiendo alineaciones pre establecidas… ; un continuo donde la similitud o, al menos, no disonancia edificatoria y la posibilidad de mezcla de usos (y usuarios)  forma parte de la realidad. Un continuo, en fin, donde las Normas Zonales cobran su  mayor sentido.
Hemos hablado de ‘fuera de las rondas’, también podríamos hablar en su interior, o de los núcleos de los pueblos, hoy distritos, en su día anexionados a Madrid. La que hoy es distrito Centro, fue en su día, y no hace tanto, ciudad completa. En su interior estaba ‘todo’ con todas sus diferencias, y se nota; pese a que, por ser un tejido muy compacto constructivamente homogéneo, los límites entre sus fragmentos (que los hay) puedan pasar inadvertidos al ojo desatento.
Lo que el Preavance dice respecto de la normas sugiere lo normal, pero debería sugerir cómo tratar normalmente con lo singular. Normas de urbanidad, antes que normas de respuesta. Normas de evolución antes que, o junto a, normas que parecen pensadas casi exclusivamente para lo nuevo: sustituciones o nuevas construcciones.

Bernardo Ynzenga Acha                                                                        

No hay comentarios:

Publicar un comentario